Catalina Poza, una joven estudiante de Periodismo que se moviliza en silla de ruedas a raíz de su discapacidad, realizó un descargo en sus cuentas de redes sociales, tras pasar por una pésima experiencia en el Aeropuerto de Santiago.
“No quiero que ninguna persona con discapacidad sufra lo que sufrí yo”, comienza diciendo la joven a través de su cuenta de TikTok.
Catalina tiene un brazo amputado a la altura del codo. En el otro, su mano tiene una malformación congénita, por lo que tiene el dedo pulgar y otro con los huesos fusionados. Esto quiere decir que para viajar, requería de asistencia.
Su situación ha sido relatada en más de una ocasión durante la Teletón. Además, es una conocida influencer en redes sociales.
Reconoce que no sabía si contar lo que sucedió, ya que para ella es doloroso revivir nuevamente la situación. Y es que, digamos las cosas como son, muchas veces las buenas o malas experiencias pasan simplemente por el tipo de servicio que se entrega, el que, en este caso, no fue tan humano como el que se esperaría.
Todo pasó el 23 de julio. El día anterior viajó desde el Aeropuerto Balmaceda en Coyhaique, al Arturo Merino Benítez de Santiago, para asistir junto a una amiga a una de las fechas de “El sátiro” Kidd Voodoo. Hasta ese momento, todo bien. El viaje a Santiago, que era su primera vez viajando sola, también estuvo bien.
Llegó, se juntó con su amiga, fueron al concierto. Todo impecable, al menos hasta que volvió al aeropuerto de Santiago para retornar a su ciudad natal.
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¿Y la asistencia?
Todo el viaje lo hizo con su silla de ruedas en modo manual, ya que no se le permitió viajar con la batería de la misma para el modo eléctrico, porque excede los niveles de litio permitido en los aviones. Esto son 8 gramos de litio.
Llegó antes de la hora en la que se suponía debía llegar, para solicitar la asistencia con tiempo.
“De ahí ya comenzamos más o menos mal, porque cuando llegué a hacer el check-in, no me creían que no llevaba batería la silla, me preguntaron como cuatro veces”, relató.
Cuando llegó al sector donde se le debe brindar asistencia a personas con movilidad reducida (Motion), asegura que no le hablaron a ella, sino que le hablaban a su amiga. Finalmente, le brindaron asistencia, su amiga se retiró a su hogar en Viña del Mar, y ella se embarcó de vuelta a Balmaceda.
Cuando llegaron a Coyhaique, según detalla Catalina, el avión estuvo cerca de una hora dando vueltas, ya que no podía aterrizar producto del mal clima. Lamentablemente, el clima no mejoró.
Catalina estaba angustiada, ya que si se devolvía a Santiago, nadie la estaría esperando para ayudarla. “Yo no tengo a nadie en Santiago, ni familiares, ni amigos, ni conocidos, nada donde quedarme”, agregó.
Cuando ya el piloto confirmó que se tenían que devolver a Santiago, le dio un ataque de pánico en pleno vuelo, ya que “no sabía qué podía pasar”.
La asistente de vuelo del avión le dio agua, mientras que un matrimonio que estaba sentado al lado de ella, la abrazo y consoló durante el ataque de pánico. En realidad, hicieron mucho más que eso, fueron su principal apoyo durante todo lo que vivió.
De vuelta a Santiago
Según indicó, cuando llegaron a Santiago, les informaron que la aerolínea, en este caso Latam, no se haría cargo de nada, es decir, ni hospedaje, comida, nada. En ese momento le dio otro ataque de pánico.
“Necesitaba asistencia en todo momento, porque no podía moverme en mi silla de ruedas”, recalcó Catalina. Una funcionaria de Latam se les acercó, y le dijo que intentarían darle a ella y al matrimonio que se quedó acompañándola, una habitación de hotel, ya que el vuelo se reprogramó.
Esta misma persona añadió que tratarían de darle dos habitaciones, una para ella y otra para la pareja, para que pudieran asistirla, sin embargo, esto también le provocó angustia. “Obviamente, estoy super agradecida por la amabilidad de estas personas, pero me sorprendí porque querían que me asistieran personas que no conocía, que no saben cómo tienen que asistirme”, enfatizó Catalina.
La estudiante de Periodismo llamó a su amiga, que ya estaba en Viña del Mar, para relatarle lo que había sucedido y supiera dónde estaba. Su amiga inmediatamente se devolvió de Viña del Mar al aeropuerto de Santiago.
“Yo no soy una niña pequeña, soy adulta”
Mientras esto pasaba, Catalina intentó por más de tres horas que alguien de Latam la asistiera para poder ir al baño. “Yo puedo ir al baño sola, yo lo único que necesitaba era que me acercaran al baño”, indicó.
Catalina indicó que esta persona fue a buscar a alguien que le diera asistencia, pero volvió sola. El servicio de asistencia lo entrega Motion, que es subcontratado por el aeropuerto.
@catitahotwheelsles cuento porque quiero mostrar mi realidad como persona con discapacidad y eso implica también situaciones desagradables como esta, y quiero usar mis redes y plataforma para visibilizar y conscientizar #fypシ #chile #inclusion #foryou #foryoupage
“No me vuelve a hablar, le habla a otra persona, una chica de Latam, y ella me dice ‘si quieres yo te puedo acercar al baño, pero a mí me da vergüenza’, y yo le dije ‘pero yo no necesito asistencia dentro del baño, yo solo necesito que me acerquen’, y de nuevo me dijo que le daba vergüenza”, relató Catalina, quien le tuvo que enfatizar a la mujer que “yo no soy una niña pequeña, yo soy adulta”.
Finalmente, tanto la mujer del matrimonio que conoció en el avión, como la trabajadora de Latam la acercaron al baño, sin embargo, ella se fue y sólo quedó la señora del matrimonio.
“Estuve tres horas aproximadamente queriendo ir al baño y nadie podía acercarme. Luego viene esta chica y nos dice que no hay espacio en ningún hotel para poder quedarnos”, manifestó.
El matrimonio tenía donde quedarse en Santiago, pero ella no, lo que aumentó la angustia. Pero cuando uno piensa que nada puede ser peor, siempre ocurre algo más.
Le dijeron que recién estaban intentando buscar una solución. Para aumentar su pesar le señalaron que no sabían cuánto más podían demorar. Además, se canceló otro vuelo a Balmaceda.
La silla de ruedas, otro tema aparte
La trabajadora de Latam, se le acerca y le informó que su turno terminó, por lo que le dejó toda la información a otra persona. Mientras eso ocurría, el matrimonio alegaba para que le pudieran dar una solución a Catalina.
Catalina ya se estaba quedando sin opciones. Informó que su amiga viajaba al aeropuerto, también preguntó si acaso existía la posibilidad de que le pagaran el traslado a Viña del Mar para quedarse donde ella y al día siguiente volver a tomar el vuelvo que, se supone, debía salir. Le dijeron, que no.
Cuando le entregaron un documento para ingresar al hotel correspondiente, le manifestaron que su amiga no podía entrar para asistirla. Recordemos, Catalina requiere asistencia, ya que su silla estaba sin batería.
Acá hay otro punto. Hasta esta parte, Catalina seguía con la silla de ruedas que el aeropuerto le facilitó, porque la de ella pasó por el área de equipaje. Este fue otro tema, porque solicitó también si podía retirar su silla, y no se lo permitieron.
“Era muy muy muy incómoda y admito que fue muy incómodo para ir al baño. Casi me caigo de hecho”, detalló respecto a la silla del aeropuerto.
Como cambia todo, simplemente con una buena atención
Finalmente, ya con el papel del hotel en mano, fue a retirar su silla, la que detalla, es muy pesada, ya que no está diseñada para ser manual, sino para ser eléctrica.
Cuando llegó su amiga, esta fue a reclamar para que les dieran un transporte para ir al hotel. Fueron a la zona de check-in, donde finalmente un trabajador, muy amablemente, le consiguió transporte.
“Yo no sé si solamente por la voluntad que tuvo, a comparación de las otras personas de Latam, en cinco minutos programó todo para que me fueran a dejar del aeropuerto al hotel y después el otro día del hotel al aeropuerto, a mí y a mi amiga”, indicó.
Del aeropuerto al hotel
En el hotel Fundador la situación fue completamente distinta. Además, la conocían porque se había quedado antes y porque Catalina es bastante popular en redes sociales como Catitahotweels.
Les relató su situación y todo por lo que pasó. Le dieron a elegir la habitación que quisiera, además de ofrecerle la cena tanto a ella como a su amiga. Le preguntaron qué tipo de baño le acomodaba más, también el tipo de ducha, todo con el fin de que su estancia fuera lo más cómoda posible.
“En ese momento me pongo a llorar, porque de verdad que de tantas cosas malas, fue un alivio”, indicó.
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Al día siguiente tenía que estar a las 08:00 horas en el aeropuerto. Nuevamente, solicitó asistencia, pero a diferencia del día anterior, todo funcionó bien. Su amiga, por su parte, se quedó en el aeropuerto hasta que Catalina aterrizó en Balmaceda, por si es que llegaba a ocurrir lo mismo.
“Al principio yo pensaba por qué me tenía que pasar a mí, teniendo tantas dificultades, pero después pensé ‘soy muy suertuda de tener a mi amiga que me acompañó al aeropuerto a las 5 de la mañana, volvió a Viña, luego viajó de nuevo a Santiago a acompañarme. De conocer a estas personas en el avión, esta señora me abrazó mientras tenía un ataque de pánico, me ayudó a controlar la respiración”, detalló.
Finalmente, el principal reparo de la joven es que las empresas, en específico las aerolíneas, tengan un protocolo frente a este tipo de situaciones, en específico, que tienen que ver con personas con discapacidad.
El área de Denuncias de BBCL contactó a Latam para tener una respuesta o declaración frente a esta situación, sin embarho, no entregaron una declaración. Información que maneja BBCL, da cuenta de que están al tanto de esta situación y se estaría investigando.
Si tienes una denuncia que quieras compartir con nosotros, nos puedes escribir al correo denuncias@biobiochile.cl o a nuestro número de WhatsApp +56 9 9845 7334